16 julio 2019
LACROIX Environment
Desde que a mediados de los 90 empezaron a desarrollarse las soluciones IP, las infraestructuras de gestión del agua están expuestas a nuevas amenazas. Ahora el riesgo no se limita a las intrusiones físicas, existe también un riesgo informático.
Muchos sectores han evolucionado radicalmente gracias a la transformación digital, y el sector de la gestión del agua no es una excepción. Los cambios responden a diversas exigencias, y una de las más relevantes es la obtención de indicadores y de datos más precisos que permitan minimizar el impacto medioambiental de los bombeos y de los vertidos. El desarrollo de soluciones conectadas y de productos de telegestión IoT permite controlar y gestionar a distancia todos los datos procedentes de las infraestructuras hidráulicas. Recurriendo a la tecnología digital, las entidades encargadas de explotar los recursos hídricos no solo son más eficientes, también tienen capacidad para agilizar los procesos y para priorizar las actuaciones. En lo que respecta al aspecto financiero, dejar atrás progresivamente las conexiones a través de la red telefónica conmutada (RTC) también reducirá los costes. Los equipos conectados analógicamente a través de líneas telefónicas físicas tienen un coste medio de 20 € al mes y solo permiten un acceso local y puntual a los datos. La tecnología IP, que solo requiere una conexión a Internet y permite acceder en cualquier momento y en cualquier lugar a los datos obtenidos, supone un gasto de 5 € al mes. Mayor facilidad para acceder a los datos, menor coste… estas ventajas no deben hacernos olvidar la otra cara de la moneda.
Tal y como nos explica Roland Crambert, Director de Comunicación de LACROIX Environment, cuando los dispositivos de telegestión de agua estaban conectados a un cable telefónico, el riesgo de que se produjese un acceso indebido a la información era bastante limitado. ¡Y no es de extrañar! No solo había que intervenir físicamente en la conexión, sino que había que hacerlo en el preciso momento en el que se enviaban los datos. «La evolución del Smart Environnement implica recurrir a tecnologías IP (fijas o móviles), esto significa que el riesgo de sufrir un ciberataque es el mismo que el de cualquier dispositivo conectado a un sistema de información», aclara Roland Crambert. Para garantizar la seguridad de las infraestructuras vinculadas a la gestión del agua, todos los involucrados en la cadena de valor deben adoptar una serie de buenas prácticas. «Los ciberriesgos deben tenerse en cuenta tal y como sucede con cualquier otro riesgo empresarial», apunta Roland Crambert. El agua es un recurso valioso intrínsicamente ligado a la salud pública y al medioambiente, dos aspectos demasiado importantes como para no garantizar un nivel máximo de seguridad. »
LACROIX Sofrel es consciente de que el desafío es crucial, por eso ha aplicado un enfoque «security by design» a la investigación y al desarrollo de sus soluciones. Los dispositivos de última generación como SOFREL S4W utilizan conexiones autenticadas, intercambio de datos cifrados y restablecimiento automático de las conexiones. Dado que la protección debe aplicarse en todo el conjunto, la interfaz que permite que cada eslabón de la cadena acceda a los datos, las aplicaciones de las actividades y los mensajes están protegidos con un cortafuegos y con un VPN.
Para valorar los ciberriesgos es necesario distanciarse y analizar la situación globalmente, de este modo nos aseguramos de no dejar ninguna brecha», explica Roland Crambert.
Se trata además de un desafío que se acrecentó con la entrada en vigor del Reglamento General de Protección de Datos en 2018 y con el incremento de las amenazas ciberterroristas, aspectos que exigen sin duda atención urgente.